Enero 2008. Cerca del desierto de Tabernas mientras volvía a mi hogar me detuve a contemplar esta puesta de sol. Protegiéndome con las ramas de un olivo enfoqué el cielo almeriense y aquí esta el recuerdo agradable. Los colores del cielo alegran la vida. Y nos hacen olvidar las amarguras que nos rodean.
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